Carlos Alberto González G
Redacción Deportiva
Chía, marzo de 2007
La vida dentro de los camerinos
A veces, un silencio dice más que mil palabras
Dentro del camerino de millonarios se toman las cosas con calma, Juan Carlos Osorio confía en que sus pupilos saben lo que se debe hacer.
Son las 4:30 de la tarde y los jugadores del más veces campeón del fútbol Colombiano se encuentran en el camerino norte del estadio El Campín. Se les nota relajados y sin preocupaciones. Hacen un poco de movimiento articular, pero predominan son las pláticas entre los integrantes del equipo.
45 minutos antes de iniciar el partido el “profe” Juan Carlos Osorio ingresa con unos carteles de motivación que se dispone, con ayuda de su preparador físico, a poner en la pared más grande del recinto. Con un solo grito de “vamos acelerando” los jugadores entienden que es hora de empezar a calentar de manera más seria.
Estiramiento, pequeños trotes en espacio reducido, toque de balón y saltos consecutivos hacían parte de la rutina. Risas y más risas creaban un ambiente armonioso dentro del vestuario y la preocupación por el afán de una victoria pasaba a un segundo plano. Jhonatan Estrada y Juan Carlos Quintero son los encargados de llevar el ritmo de los ejercicios, que cuidadosamente siguen sus compañeros.
Terminado el ejercicio se reúnen en un círculo para elevar una plegaria a Dios para que las cosas salgan de la manera correcta durante el encuentro. Las palabras del entrenador son seguidas por las del defensa Gonzalo Martínez, que al parecer es el más religioso del plantel. Al final, los jugadores empiezan a gritar mientras se dirigen hacia el túnel que los llevara a la grama, como gladiadores que saben que si no triunfan pueden perder hasta sus propias vidas.
El vestuario queda desocupado y en silencio, mientras que el aseador del mismo se dispone a retirar las carteleras y a volver a colocar las cosas en su lugar para cuando el valet azul regresa al finalizar los 45 minutos iniciales.
1 a 1 en la mitad de tiempo
Mientras ingresan a los camerinos entre los jugadores comentan lo sucedido. Henao le dice a Zapata que cuide su espalda, mientras Quintero grita al aire que alguno tiene que entrar. Felicitan a Roballo por su anotación y se disponen a ocupar su lugar mientras se hidratan con agua y una bebida energizante llamada red bull. Causa curiosidad ver como hay algunos jugadores que toman hasta 6 latas de esta bebida, que está comprobado científicamente que su consumo en exceso puedo generar problemas cardiacos.
El técnico Juan Carlos Osorio ingresa al camerino y de inmediato éste se enmudece para oír atentamente las palabras del estratega. ¡oh! Sorpresa cuando pasan 3, 5, 10, 12 minutos y medio en que Osorio no cruza palabra con nadie. Sólo camina en círculos mientras los jugadores continúan alistándose para afrontar los segundos 45 minutos del partido.
Llega la orden de saltar de nuevo al terreno de juego y aún no se escuchaba la voz del entrenador. Con una voz fuerte pero si sobresaltos Osorio dice: “Cada uno de ustedes sabe lo que tiene que hacer. Esto lo hemos practicado durante la semana, sigan con el ritmo, corrijan los errores y vamos a ganar”. En ese instante vuelve la energía y la gritería al vestuario que vuelve a quedar desocupado después de que los jugadores salen corriendo hacia el túnel.
Termina el partido y comienza la crisis
Lastimosamente, en Colombia, cuando un equipo entra en crisis las condiciones de atención dan un giro de 180 grados. No se permite el ingreso a los camerinos y la mayoría de los jugadores deciden abandonar el estadio por la puerta de atrás.
Juan Carlos Osorio y Gerardo Bedoya se dirigen a la rueda de prensa, mientras que los policías siguen sin permitir la entrada al camerino. Transcurridos 40 minutos de terminado el partido las puertas se abren de par en par para mostrar la soledad del vestuario. Este recinto que por lo menos el día de hoy y para nosotros, fue más el tiempo que permaneció enmudecido que lo que estuvo activo.
martes, 17 de abril de 2007
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