sábado, 21 de abril de 2007

PERFIL RAFAEL ROBAYO

HERNÁN A. JARAMILLO R
COD 200310175


Bogotano de nacimiento, amante del ajiaco santafereño e hincha furibundo del Club Deportivo Los Millonarios, se convierten en las tres características perfectas para definir, al mediocampista capitalino Rafael Robayo.

Desde muy pequeño fue un amante del fútbol, recuerda con orgullo que de las pocas fotos que hay en su casa de su infancia, en todas aparece con un balón o con camisetas alusivas a este deporte.

A la edad de 4 añitos, como el mismo lo dice, corría por los corredores de la casa pateando pelotas de tenis, de fútbol, y hasta de golf, empezando así, a demostrar sus primeros pinitos. Sus padres no ocultaron su sorpresa por ver a un niño tan pequeño ya pateando un balón.

Los parques aledaños a su casa se convertían en los escenarios perfectos para explotar todo su potencial, como el mismo lo afirma, dice que su presente se lo debe en gran parte a su abuela materna, ya que ella siempre, después de que llegara del jardín o del colegio, lo acompañaba a jugar con la pelota, es mas casi siempre terminaba jugando con ella.

Los años fueron pasando, pero no en vano. Al ver las reales condiciones de Rafael como jugador, sus padres decidieron llevarlo a la Escuela de Fútbol del Club Los Millonarios; es ahí donde comienza una carrera llena de alegrías, para este joven capitalino.

Las semanas en el colegio eran eternas para él, desde los mismos lunes, empezaba su desespero por que llegaran los fines de semana. Al llegar el fin de semana se amarraba sus guayos AS, y empezaba a patearle al tan conocido muro amarillo de la sede albiazul. Los refrigerios eran buenísimos decía el, después de los extenuantes trabajos, era muy bueno tomarse un yogurcito o un juguito Tampico con unas galletitas, eso recargaba las energías notablemente.

En el colegio no era el mejor, afirma con cierta timidez, los exámenes de matemáticas y de ciencias siempre los perdía, aunque siempre en las semanas de recuperación de materias, terminaba pasando todo, y la verdad, todavía no sabe como lo lograba.

El fruto de tanto trabajo comenzó a dar sus frutos, Rafael Robayo ya no era un simple alumno de una escuela de fútbol, ya se encontraba en las planillas de las diferentes divisiones, comenzando en la categoría infantil, hasta llegar a la juvenil y sub.-21.
Así mismo, el nivel adquirido por el jugador lo llevó a conformar las diferentes selecciones Bogotá.
Es aquí en este punto cuando Rafael, empezó a descifrar su futuro. En un campeonato nacional, en donde la selección capitalina pasó sin pena ni gloria, las directivas del Nacional de Medellín, decidieron llevarlo para sus divisiones inferiores en el año del 2002. Sin tener mucha suerte en tierras antioqueñas, aunque acepta que con las mujeres y con la comida si la tuvo, decidió probarse en el blanco blanco de Manizales, en donde debutaría como profesional en el año 2004.

En la ciudad de Manizales, vivió una de sus mayores alegrías, pero después de estar casi tres años lejos de su casa, de su comida y de su familia, prefirió arriesgarse, y volver a la capital y probar suerte en el Club de sus amores, el club Deportivo Los Millonarios.

Su alegría no ha podido ser mayor; en casa, con su familia, en su ciudad, y jugando en su equipo predilecto, Robayo simplemente vive lo que son sueños para muchos. Recuerda con alegría su primer y único gol como profesional, en el Atanasio Girardot, frente al Atlético Nacional, en un partido complicado.

Disciplinado y de carácter fuerte, es así como lo definen sus compañeros en el equipo embajador, y aunque sabe que en estos momentos no vive su mejor fútbol, es de los primeros en el trote, la parte más odiada por los futbolistas en cada entrenamiento.

Así es Rafael Robayo, el cachaco nacido un 24 de Abril de 1984, con sus 1.78 metros de estatura, casi sin suerte en el amor, pero eso no lo desvela; lo único que le quita el sueño es poder conquistar al profesor Osorio, pero no por su físico, sino con su fútbol.

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